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viernes, 22 de abril de 2011

Pirámide de Zoser. Saqqara. III Dinastía


Representa uno de los monumentos funerarios más destacados del Egipto Antiguo. Concebida inicialmente como mastaba, esta construcción constituye un eslabón intermedio entre este tipo de enterramientos y las colosales pirámides de Giza, erigidas durante la IV Dinastía, sentando así sus fundamentos arquitectónicos.
Construida por Imhotep, arquitecto, visir y sacerdote de Heliópolis del faraón Zoser, fundador de la III Dinastía, este monumento se ubica en la parte central de un complejo funerario de enormes dimensiones cuyos simulados edificios auxiliares muestran, en piedra,


los caracteres de la arquitectura primitiva de adobe y cañas a través de toda una serie de formas que imitan la residencia regia que dicho faraón ocupó durante su vida en Menfis. De esta forma, dicho complejo se construyó para ser utilizado eternamente tanto por el ka del faraón como por el de aquellos súbditos que compartieron con él durante su vida la residencia regia en dicha ciudad.
La pirámide -concebida quizá por su autor como una estructura que se elevaba a modo de gran escalera hasta el cielo a través de la cual el monarca llegaba a él para asociarse íntimamente con Ra, el dios solar- está construida en piedra tallada, material mucho más duradero y monumental que el adobe con el que hasta ese momento se construían los monumentos, hallándose emplazada sobre una mastaba inicial de planta cuadrada y techo plano. Dicha construcción sufrió una serie de sucesivas ampliaciones que le afectaron tanto al trazado de su planta como a su alzado, con la mejora progresiva en la calidad de la mampostería, superponiéndosele en fases sucesivas un total de seis escalones, hasta obtener un edificio de revolucionario diseño. Al noroeste de esta construcción se halla el serdab, pequeña capilla en cuyo interior se encontró una imagen sedente de Zoser, y junto a él el templo funerario, que incluía una pequeña capilla de ofrendas, desde el que se accede por medio de una serie de galerías subterráneas a los apartamentos funerarios del rey, algunos bellamente decorados con placas de fina loza de color azul, y a la cámara del enterramiento regio, recubierta ésta de placas de granito rosa y sellada por un gran bloque de este material, lo que no consiguió evitar el saqueo de esta tumba ya en la antigüedad.
Parece probable que Imhotep no llegara a realizar totalmente su proyecto y que esta pirámide nunca haya llegado a tener el revestimiento previsto, al estar inacabada. No obstante, su construcción supuso un gran paso en la exploración de la estabilidad necesaria para el futuro manejo, a gran escala, de la edificación con piedra, lo que dio lugar a una fase nueva en la historia de la arquitectura del mundo antiguo.

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